sábado, febrero 20, 2010

Experiencia religiosa: Malos hermanos.

Una de los principales motivos por los que no emigro del país, es por todas las historias de indiferencia absoluta que abundan en países extranjeros. Todo aquel que haya pisado suelo peruano destaca la calidez de su gente, la amabilidad y amistad que se destacan sobre los aspectos negativos que abundan en nuestro país.
La frialdad e indiferencia hacia el sufrimiento ajeno que se destaca o me han hecho destacar en países, tan añorados por algunos, como Estados Unidos, Canadá o España, me hacen convencerme día a día de que lo mío está en mi tierra, en mi Perú.
Personalmente considero que la indiferencia es la peor reacción que puede tener uno hacia el prójimo. Si me eres indiferente, para mí NO EXISTES ni NUNCA LO HICISTE. Si te odio es porque pienso en ti, porque tocaste mi vida, pero si no me interesas es porque te borraste y lo que te ocurra, simplemente… NO ME INTERESA.
Este no es un post resentido o “ardido”, no existe un individuo que me haya hecho llorar o sufrir. Este post es la expresión de lo que pienso sobre la hipocresía que reina en algunas agrupaciones que se dicen “religiosas”.
Hace muchos años, mi interés por encontrar a Dios fue tan grande que empecé una búsqueda de la Iglesia para mí. Visité por casualidad a los Evangélicos, Mormones, Testigos de Jehová, entre otros, y por consenso familiar dedicamos gran parte de nuestro tiempo a una de estas (no voy a mencionar a cual). Creí que había encontrado mi lazo con Dios y creí que sería feliz así. ¡Qué error tan grande!
Me tomaron varios años darme cuenta de que los miembros de una iglesia, por más santos que se crean, siguen siendo seres humanos, imperfectos seres humanos. En esta iglesia, me humillaron, me insultaron, me ofendieron y pisotearon mi autoestima hasta lo más bajo. Yo era una niña y adolescente que buscaba afecto y encontré rechazo, creo que este fue uno de los motivos por los que me volví tan reservada y veo una reacción similar en mis hermanas. ¿Por qué Dios me hacía esto? Me preguntaba constantemente. Lo que no comprendía era que los que me hacían eso eran otros niños y otros adolescentes igual a mí y que ellos no representaban a Dios.
Esa sombra de maldad llegó hasta mi madre y la hirieron, y es precisamente ese el motivo por el que no quiero volver y hasta el día de hoy, no lo haré.
Entre tanto miembro cruel y egoísta, existen también miembros amables, benevolentes y gentiles. Miembros que te reciben con una sonrisa y otros que irradian verdadera ingenuidad. Entre estos voy a menciona a uno es espacial. Su nombre es Jerson Huanca y pertenece al barrio de Bellavista. Jerson Huanca siempre se sintió orgulloso de ser miembro de la iglesia, siempre ayudaba cuando se lo pedían y colaboraba en todo lo que podía. Al menos ese es el recuerdo que tengo de él y la imagen a la que mi mamá se aferra ahora, porque Jerson Huanca tiene CÁNCER, Leusemia si no me equivoco y está muriendo en una cama del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas de Lima, su vida se está consumiendo poco a poco y la ayuda que necesita y que tanto ha solicitado su pobre y destrozada madre, SE LE HA NEGADO.
Uno de los principales lemas de esta iglesia es “ayudarse los unos a los otros”, es más uno de sus himnos dice “Como os he amado, amad a otros. Un nuevo mandamiento, amad a otros…” ¡Qué ironía!
Esta iglesia gastó millones de dólares en la construcción de un instituto para los jóvenes miembros de esta organización. A su vez, tienen un presupuesto asignado para colaborar con los estudios de los miembros que no pueden pagarse una carrera, presupuesto del que muchos se aprovechan, organizan también actividades, almuerzos, paseos, entre otros. ¿Es acaso todo esto más importante que la vida de una persona? ¿Dónde está el amor al prójimo que tanto pregonan? ¿O es que acaso solo existe amor para el prójimo que se lleva bien con quienes dirigen esta organización?
Se le ha dado la espalda a una familia humilde, a una familia que ha tenido que pedir préstamos, empeñar y vender cosas, hacer actividades, pero sobre todo que ha tenido que soportar la indiferencia de quienes se llaman “sus hermanos”.
El dinero lo tienen, egoísmo también… ¿Corrupción? Es que el dinero lo corrompe todo y este todo a veces incluye a Dios.

A veces no es otra cosa más que un bonito, pero inútil, mensaje.